Las emociones a lo largo de nuestra vida han sido la cenicienta en el proceso de educación del ser humano, culturalmente eran asociadas a debilidad o fragilidad, por lo tanto, no podían expresarse, debíamos callarlas. De este modo, la educación del ser humano venía siendo mutilada, ya que no se formaba de manera integral, quedaba entonces limitada a la adquisición de conocimientos, donde la dimensión cognitiva tomaba mayor relevancia. Sin embargo, hoy por hoy las emociones gozan de protagonismo por su influencia en la vida del ser humano. Investigaciones muestran que el afecto es un instrumento poderoso en el desarrollo cerebral y cognitivo de los niños y niñas. No se habla entonces de una inteligencia, sino de múltiples inteligencias, y dentro de éstas se habla de una en particular "la inteligencia emocional", que no es otra cosa que ponerle inteligencia a las emociones. Pero para esto es importante aprender a identificar nuestras emociones, ponerle nombre a lo que sentimos, así podremos regularlas y gestionarlas. Y es desde la temprana edad que debemos entrenar a los niños(as) en el manejo de las mismas, eso les permitirá sentirse cómodos expresando lo que sienten de manera adecuada.